La semana santa es una tradición completamente intima e interiorizada de cada uno de los Payaneses, una familia donde cada miembro es esencial, desde las personas que están directamente relacionadas (Como cargueros, sahumadoras, síndicos, y por supuesto, la junta pro semana santa) Hasta los fieles que se reúnen cada año alrededor de los pasos, cada una de estas personas constituye la semana santa tal y como la conocemos. 

Todos los pasos, tienen su historia y su guardián. A continuación, se dará una descripción de la semana santa desde la boca del síndico de un hermoso paso, tuvimos la oportunidad de escuchar las anécdotas del señor Edgar Ordoñez, proveniente de una familia completamente dedicada a la semana santa, familia que con su esfuerzo y dedicación ha obtenido 7 alcayatas de oro. Una familia tan íntimamente relacionada que algunos de sus trabajos son en el martes santo, con el señor del huerto, por parte de Antonio Ordoñez, el miércoles con Jairo Fernando Ordoñez, y también se encargan de las procesiones “Chiquitas” en el barrio José María Obando, con 14 pasos que han sido heredados de generación en generación. 

El señor Edgar Ordoñez tiene en su cuidado el paso de la María Salome, un majestuoso paso del siglo 18, imagen española, que sale el viernes santo, ocupando el segundo puesto en la procesión, después de la muerte. 

Después de tantos años cargando, nos comenta que las anécdotas son bastantes. Empezando por los antecedentes a su llegada como sindico, mencionando que lo pasos no son de ellos, que son solo los guardianes de tan hermosa tradición. 

Cuenta, que hace años, el paso de María Salome, tenía una hermosa capa completamente negra de terciopelo italiano que le fue regalada por el doctor Muñoz Acosta, pero se empezó a generar un poco de recelo hacia esto ya que los visitantes y periodistas, poco informados la ponían en revistas y en general a la vista del público como la dolorosa, debido a esto, la junta tomo la decisión de modificar la vestimenta del paso, cambiándolo por una capa de verde oliva con hilos de oro, tiempo después, se pidió el retorno de la capa anterior de la virgen. El síndico de ese tiempo, argumento tener un problema respecto a la decisión ya que, al no saber que tendría que retornar la capa, hizo una chaqueta con ella. Esto, lamentablemente, le costó la sindicatura. Es algo que no se puede pasar por alto ya que como ya se ha dicho, los síndicos tienen el deber de la protección del paso. En este momento, el señor Edgar Ordoñez, decidió hablar con el párroco de esa época, de la iglesia de Santo Domingo, el padre Gregorio Orquiola, con el que tenía una excelente amistad, recibiendo un tiempo después la gran noticia de que había obtenido la sindicatura. 

Nos cuenta que el cargar es una tradición en la que ha participado desde que tenía 16 años, antes de terminar su periodo como carguero, luego de 44 años. Su último paso fue el amo Jesús de la Ermita, donde cada año el peso parecía hacerse mayor, pero como un sacrificio, lo hizo con la frente en alto hasta donde dieron sus fuerzas. Después de tantos años de tradición y en reconocimiento de su arduo trabajo, recibió la Alcayata de oro. 

En cuanto al proceso del cuidado de su paso, nos comparte que el cuidado que se tiene es un trabajo constante de la mano con los restauradores, un proceso y un deber que jamás deja de tener vigencia, ya que las pequeñas cosas, como el sol o el polvo, contribuyen a su deterioro, resalta el papel esencial de la junta en este proceso, todos son un equipo. 

Al preguntarle sobre su visión de la procesión del viernes santo, nos dice que a pesar de que es reconocida como la más solemne todas lo son, pero que es deber de todos los integrantes de la semana santa contribuir con el cuidado y la herencia de la liturgia, hacer todo con un gran sentido de pertenencia y no olvidar su hermoso significado, la semana nos une a todos, como una familia, en un sitio, con una función y un pensamiento. Esta es la verdadera fe y el significado, de su liturgia y patrimonio. 

Catalina Novella